miércoles, 20 de julio de 2016

Caracas, 1783 - Santa Marta, 1830
Reverdece el soñador del “Monte Sacro”,
quien no ha podido, por envidia, coronar su sueño.

Pisa, 1564 – Arcetri, 1642
Pernocta quien rompió
los muros de la ignorancia de su tiempo.
Abrió una ventana más clara del universo

y falleció ciego… viendo las estrellas del mañana.







LAS CEREZAS
“No exijáis más
de lo que está fijado”.
(Lc. 3, 13)

 En el “Nuevo Reino de los Ciegos”, Crispín soñaba, en pleno “sol de medianoche”, ver caer del cielo un enorme racimo de hermosas y suculentas cerezas dentro de un colosal canasto de bejuco tejido con bellos colores, así mismo, otro ramillete más pequeño, pero de igual calidad que el anterior.

Al mismo tiempo, aparecieron Juan y Samuel a disputarse la joya de la corona, pero cuál fue el asombro de Juan, que al probar y comprobar la calidad y cantidad de las cerezas, exclamó: ¡Son puro néctar y ambrosía celeste! Al momento evocó y las comparó con el brillo y el color de los rubíes traídos de Birmania, Madagascar y Sri Lanka.

Después, pensó apoderarse de estas y estos, pero Crispín y Samuel, que ya se habían puesto de acuerdo para exigir el reparto por iguales partes, persuadieron a Juan que, para evitar la guerra entre los tres y la pérdida del manjar, lo mejor era pesarlo con “romana” y darle a cada quien su  porción. Crispín prestó la “romana”, Juan el palo de sostener la pesa y Samuel los costales para recoger los frutos. Al terminar el pesaje, cada quien cogió su dividendo y se dirigió a su hogar.

Crispín siguió el camino de Villadiego y al llegar a un gigantesco barranco tropezó contra una piedra y al caer, perdió cuanto llevaba… menos la vida, que milagrosamente logró escapar de la guadaña, se levantó y partió para su casa rengueando y quejándose por la pérdida de tan valioso hallazgo.

Juan, el afortunado, llevó su porción a su domicilio y la repartió a su esposa e hijos y todos juntos construyeron rápidamente un alambique, en el cual echaron la cerezas despulpadas y de estas extrajeron un nutritivo y sabroso vino que hasta el sol de hoy continúan bebiendo y ofreciendo a sus vecinos.

Samuel recogió su fracción, la acomodó en la silla de su corcel, montó y atravesó diversos parajes y quebradas, hasta que se encontró con un compañero de infancia que venía del campo a la ciudad y se pusieron a conversar…, al poco tiempo llegó la oscuridad, aparecieron la Luna y los luceros, se despidieron efusivamente el uno del otro y cada quien continuó su viaje.

Samuel, fustigó al caballo y este arrancó a correr y al olfatear y oír que algo extraño y peligroso andaba por entre los árboles de una y otra orilla de la trocha, se desbocó y el jinete, carga y rocín cayeron al abismo… hoy Juan y Crispín, lloran la muerte de su amigo.

Bogotá, 21 de junio de 2014



PEREGRINACIÓN A LA VIRGEN DE LAS LAJAS
Y AL SEÑOR DE LOS MILAGROS DE BUGA

“En ti está la fuente de la vida,
y en tu luz vemos la luz”.
Sal.  36, 10

El cinco, el seis, el siete, el ocho, el nueve y el diez de octubre del año en curso, el padre Ricardo Prieto, presbítero de la Parroquia de San Basilio Magno de Bogotá, con tres meses de anterioridad convocó y organizó una peregrinación con algunos de los feligreses y vecinos de su parroquia al Santuario de la Virgen del Rosario de las Lajas y a la Basílica del Señor de los Milagros de Buga. Para ello, reunió 120 personas y tres omnibuses de la empresa “Skape”, en los cuales repartió el personal a 40 personas por cada nave, con sus respectivos guías.
El domingo cinco a las nueve de la noche en un frío cruel y lluvioso, salieron los vehículos bendecidos por el capellán y encaravanados rumbo a la ciudad de Cali por la carretera de Mondoñedo a conectarse con el peaje de Chusacá y continuar el viaje hasta la Sultana del Valle a la cual llegaron a las siete de la mañana del lunes seis.
Después de haber recorrido 482 km en 9 horas y al arribar a los albergues “Innovar” y “Las Vegas” el personal fue repartido en los dos edificios porque los individuos no cabían en uno solo. Los responsables de estos, los esperaban para que se inscribieran en los libros de seguridad de los alojamientos y darles las llaves de los dormitorios para que después, pasaran al comedor a desayunarse.
Una vez que pasó el acto, los asesores ordenaron que el personal podía salir hasta el mediodía a pasear y escudriñar parte de la urbe para volver a almorzar y dirigirse a investigar el contenido del Zoológico de Cali, disponiendo de dos horas para extasiarse de la belleza del paisaje, las fuentes de agua, los animales y retratar lo visto, consumir algunos aperitivos y vencido el plazo, trasladarse en los colectivos a la plaza de la Loma, a examinar, apreciar y a comprar algunas artesanías.
Luego de esto, subir a los buses para ir a los aposentos a cenar y a descansar, porque el martes siete, todos los devotos debían partir desayunados para llegar a Popayán y almorzar en la fonda Pubenza y avanzar paulatinamente, descendiendo y subiendo por las escarpadas sierras de las cordilleras Central y Oriental hasta llegar al pueblo del Remolino.
Allí los automotores pararon una hora para que los viajeros se bajaran a reposar, tomar refrescos, comer algo y continuar el viaje hacia Ipiales, pero al andar algo más de una hora el Sol se abismó en el occidente expidiendo rayos de luz fosforescente y las máquinas continuaron  recorriendo 467 km en 8 horas y 40 minutos, hasta la ciudad de Ipiales o de las “nubes verdes”, según decir del poeta Juan Montalvo.
Después de una pequeña confusión entre los conductores, cada quien buscó llegar, unos al hostal Internacional el Nogal y otros al Santa Isabel, a las diez de la noche a cenar y a entregarse en brazos de Morfeo para levantarse el miércoles ocho a las siete de la mañana a bañarse, arreglarse y alimentarse para partir a visitar el santuario de las Lajas.
Al llegar allí todos y cada uno pudieron apreciar la calidad de la construcción y la majestuosidad interna y externa de la extraordinaria Basílica de la Virgen del Rosario, pero en especial a encontrar la imagen de la Inmaculada grabada en la cueva, razón por la cual  recibió el nombre de la “Virgen de las Lajas”, quien está acompañada de San Francisco de Asís y Santo Domingo de Guzmán.
Una infinidad de fieles concurren día y noche a visitarla y a venerarla de todas partes de Colombia y del extranjero. El padre de Villeta, Cundinamarca, celebró la Santa Eucaristía acompañado de los suyos, y acto seguido, el padre Ricardo y sus feligreses.
Una vez que compraron sus imágenes para bendecir, pagar sus diezmos y tomar fotografías, nuevamente el líder espiritual, mandó seguir al grupo al interior de la Basílica para rememorar el Santo Sacrificio de la Misa, bendecir a los asistentes y sus objetos sagrados y al concluir el acto, desplazarse con los devotos a la plazoleta frente al templo para captar instantáneas y guardarlas como un testimonio para la posteridad.
Los coordinadores de la romería, pidieron a sus protegidos que subieran por la difícil cuesta cementada a observar la riqueza y la belleza del paisaje de la región esmeraldina de sus cultivos, luego tomar los carros para volver a Ipiales a consumir el refrigero y salir a reanudar el viaje a Tulcán.
Luego de recorrer 8.63 km en una hora, al descender de los motores en la plaza de Bolívar de dicha población, inmediatamente los 120 visitantes, fueron a la Necrópolis a divisar, contemplar y filmar el famoso centro histórico que representa a la hermana república ecuatoriana y al mundo.
Este parque-cementerio tiene un espacio de ocho hectáreas con 120 figuras de ciprés talladas con diversas imágenes artísticas precolombinas, hechas por el artífice José María Azael Franco Guerrero quien al morir dejó encargada esta obra a uno de sus hijos y a un amigo, para que continuaran realizando y conservando tan valiosa creación.
Esta construcción fue, es y será tan valiosa que el 28 de mayo de 1984 fue declarada “Patrimonio Cultural del Estado” por el Instituto de Patrimonio Cultural de Ecuador.
Además, el 23 de agosto del mismo año, la Dirección Nacional de Turismo lo declaró junto a sus jardines interiores, como “Sitio Natural Turístico Nacional” y en el año 2005 por resolución del Concejo Municipal de Tulcán, fue rebautizado el Camposanto con el nombre de José María Azael Franco, por medio de la resolución expedida por el Instituto Cultural de su ciudad natal.
Una vez los peregrinos volvieron a los buses, los dirigentes les avisaron que podían ir en busca del centro de la ciudad para informarse y apreciar los productos con el propósito de poder comprar y llevarlos al hogar.
A las seis de la tarde, los orientadores, exigieron a los pasajeros que se subieran a los buses para retornar a Ipiales a las ocho de la noche a donde llegaron en pleno aguacero a festejar y a dormitar para regresar el jueves nueve a Popayán.
Pero cual fue la sorpresa que varias personas se afectaron y se marearon por las continuas subidas y bajadas que hacían los buses a través de la cordillera Central unas veces y otras, por la Oriental, durante seis horas. Otros contemplaban, analizaban y admiraban los profundos abismos de más de mil a tres mil metros de profundidad y partes muy áridas de aquellas montañas quemadas por los pirómanos de turno.
Como si fuera poco, una de las máquinas de la comitiva se dañó llegando al municipio del Remolino, el supervisor de los consejeros, tuvo que hacer parar dos faetones intermunicipales y negociar la llevada de los “quinceañeros” hasta la capital del Cauca, mientras que los otros dos carruajes arribaron a la hostería Pubenza a las ocho y media de la noche para ingerir el piscolabis.
Al terminar de cenar, los promotores los invitaron a pasear por el puente del Humilladero, la casa del poeta Valencia, y otros sitios turísticos para cruzar la plaza Caldas, y desplazarse a buscar los autobuses con el fin de retornar a Cali ese mismo día nueve a los dos establecimientos de huéspedes.
A las doce y media de la noche los viajeros recibieron las comidas para luego ir a dormir y a las ocho de la mañana volver a reforzar el alimento para que el viernes diez a las nueve de la mañana los penitentes pudieran dirigirse a Buga, a terminar la penitencia, comprar las estampas religiosas del Santo Cristo y la “revista del Señor de los Milagros” y demás elementos para bendecirlos al terminar la Sagrada Eucaristía.
A las dos de la tarde, todos salieron por la autopista, rumbo al Quindio para degustar en una de las fincas de la Tebaida, el alimento a eso de las tres de la tarde donde tomaron un descanso de media hora, microfilmaron la zona, compraron las últimas cosas para llevar y a la cinco de la tarde prosiguieron el viaje a Bogotá, para llegar a la base a la una de la mañana, satisfechos infinitamente con Dios, con el padre Richard, con los líderes y con todos y cada uno de los amigos de la travesía, por haber logrado el objetivo propuesto.


Bogotá, 10 de noviembre de 2014


DE AYER, DE HOY Y DE SIEMPRE

“No habrá más derramamiento
de sangre de los toros”.
(San Miguel Arcángel)

Este tema es tan antiguo y moderno como la misma humanidad. Para ello basta ver, conexionar y citar algunos hechos que la historia registra a lo largo, ancho y profundo de las páginas del universo en general y de las naciones en particular.

Algunos pueblos antiguos de Oriente y de Occidente, rindieron culto y adoraron a diversos dioses como Apolo, Júpiter, Neptuno; y a otros seres siderales como el Sol, la Luna y las estrellas; animales como toros, águilas, elefantes, escarabajos, halcones, leones, tigres, serpientes y múltiples objetos de materiales especiales, como estatuas de bronce, íconos de madera, marfil y otros. Todo esto con el fin de lograr beneficios personales y colectivos; a nivel corporal, mental y espiritual para el mundo de los vivos o de los muertos.

Además, los hombres de todas las edades han hecho uso positivo o negativo de los recursos naturales, unas veces, en pro y otras en contra, de unos y de otros. Como el caso de los egipcios, con el “Buey Apis” que para ellos representó a “PTAH”, que significó y significa “el dios que creó todo cuanto existe”[1].

El ejemplo de aquellos, con el vuelo de los siglos, pasó a los hebreos, al haber sido esclavos de los egipcios; es el caso del “Becerro de Oro”, en el cual Aarón y el pueblo fundieron un becerro para hacer un dios que fuera adelante de ellos y rendirle culto de adoración. Entonces estos exclamaron: Este es tu Dios, Israel, el que te ha sacado de la tierra de Egipto. “Viendo esto Aarón, erigió un altar ante el becerro y anunció: Mañana habrá fiesta en honor a Yahveh”[2].

Las enseñanzas de los egipcios y de los hebreros, se fusionaron y se difundieron en el tiempo y el espacio y penetraron las fronteras de Grecia, como Gerión, gigante griego de tres cabezas y tres troncos. Vivía en el litoral gaditano y poseía un rebaño de bueyes del que se apoderó Heracles, quien lo mató[3].
Todo lo anterior pasa al “Imperio romano” con los “gladiadores que eran hombres que combatían con armas contra otros hombres o contra animales feroces en el circo romano[4]… Toda esta pléyade de conocimientos y experiencias llegaron a España y con el descubrimiento del "Nuevo Mundo”, se trasmite a este por Cristóbal Colón, en 1492[5].

Sin embargo, nos dejaron muchas costumbres y tradiciones negativas como los “toros y toreros”. Afirmo esto porque jamás he estado de acuerdo con estas prácticas inmisericordes, salvajes y sadomasoquistas, que se cometen con toda clase de animales como el caso de los toros en los circos, los caballos que tiran a las zorras[6] en las ciudades y los bueyes de yunta que maltratan en los campos trabajando la tierra, etc.

Invito a aquel o aquellos que en algún tiempo y lugar tengan la fortuna de leer, reflexionar y compartir la célebre historia de lo que sucedió en la provincia de Gargano con el “Arcángel San Miguel” y el obispo de allí: Al ver Dios la gran tragedia de los “toros y toreros” a lo largo y ancho de los siglos, en el año 490 un señor de Gargano, Italia; estaba buscando uno de sus más preciados toros, cuando pensaba que estaba definitivamente perdido, logró verlo de rodillas dentro de una cueva.

Como la cueva estaba muy alta, este hombre pensó que jamás el toro lograría salir de allí y le disparó una flecha para sacarlo de su miseria. Pero la flecha, a medio camino, dio la vuelta dirigiéndose de nuevo hacia el hombre. Sorprendido, este fue a donde el obispo a relatarle lo sucedido. El obispo instituyó dos días de ayuno y de oración fuera de la cueva para discernir si lo ocurrido era o no un incidente del cielo. Mientras oraba, San Miguel se le apareció al obispo y le dijo “yo soy San Miguel Arcángel y estoy siempre ante la presencia de Dios, esta cueva es sagrada para mí, es de mi elección, no habrá más derramamiento de sangre de los toros”.

Con esta divina y célebre enseñanza me declaro amigo del Arcángel y contrario a sacrificar los “toros y toreros”, como de la tauromaquia que no es más que sinónimo de expoliación, crueldad y extinción contra los animales del planeta y demás seres vivientes[7].

Bogotá, 12 de noviembre de 2007



[1] Cfr. “El Libro de Egipto de los muertos”, pág. 30.
[2] Ex. 32, 4 y ss.
[3] Cfr. Mitología griega.
[4] www.agapea.com/breve-historia-de-los-gladiadores-n176490i.htm
[5] Biografía de Cristóbal Colón y sus cuatro viajes al Nuevo Mundo. Págs. 191 a 467. Ediciones Destino.
[6] Zorras: mecanismo de transporte de carga halado por un caballo.





¡Qué desgracia fue para mí, cuando Raúl Bustos Alba (El Salchichón), me quitó el sombrero de fieltro azul, recién comprado por mis progenitores y que yo estaba estrenando ese lunes de febrero de 1962 y pensar cómo yo llegaría a la casa sin él y que mis papás me castigaran por tal pérdida… ¡Hoy es la hora que no sé qué pasó con mi sombrero ni del pícaro que se robó mi prenda!

jueves, 30 de junio de 2016

Tengo el gusto de presentar una de mis obras musicales interpretada por el dueto de los Hermanos Collazos.